Restauraciones del fresco de San Severo

Capilla de San Severo

El fresco de San Severo sufrió numerosos daños a lo largo del tiempo, los más importantes de los cuales se remontan a la demolición de la antigua iglesia del siglo XV (1748-1751) para la que fue pintado originalmente. El monasterio pasó a ser propiedad del Municipio de Perusa tras las demanizaciones de 1860 y, en 1872 se decidió encargar al romano Nicola Consoni la restauración del fresco en general. Esta intervención consistió en un extenso repintado muy criticado por Giovanni Battista Cavalcaselle, uno de los mayores expertos en arte de la época. El pintor romano, de hecho, reconstruyó la mayoría de las figuras tanto en la parte pintada por Rafael como en la pintada por Perugino; también creó grandes estucos de yeso en la pared, lo que provocó un mayor daño a todo el fresco, que fue víctima de importantes infiltraciones de humedad.

La obra siguió deteriorándose tanto que en 1930 se propuso desprenderla completamente, luego impedida por el Superintendente de la época Achille Bertini Calosso, quien encargó una nueva restauración y consolidación general a Gualtiero De Bacci en 1932. Sin embargo, esta intervención también, debido al uso de fijadores inadecuados que impermeabilizaron la superficie pintada, agravó las condiciones de humedad de la pared. Así llegó a 1974, año de la primera gran restauración decisiva, realizada de acuerdo con las teorías y técnicas más actualizadas y gracias a la dirección de Francesco Santi y así como a la pericia del restaurador Carlo Giantomassi. En esa ocasión se identificaron y eliminaron por primera vez las causas de la fuerte infiltración de humedad que caracterizaban a la pared y, en julio de 1976, se inició la restauración de la superficie pintada.

El trabajo se centró en una cuidadosa y extensa limpieza del fresco que permitió recuperar la capa pictórica original. Posteriormente, todas las adiciones arbitrarias y estucos de yeso de Consoni fueron eliminados de la pintura de Rafael, sacando a la luz la refinada técnica de ejecución de este pintor. En cuanto al repinte de Consoni presentes en las figuras de San Gregorio y San Bonifacio de Perugino, Francesco Santi, en cumplimiento del principio teórico de restauración de preservar la evidencia del paso de la obra en el tiempo, decidió conservarlos, sin embargo, indicando su presencia a través de una incisión perimetral muy fina. Gracias a la restauración de los años setenta, también fue posible estudiar e identificar en detalle las jornadas de trabajo, unos treinta, que Perugino y Rafael emplearon para completar la obra.
 

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